Así son las pruebas para detectar el coronavirus
La desescalada avanza en toda España y, con ella, la incorporación presencial a muchos puestos de trabajo. Al margen de las medidas de protección y de higiene establecidas (lavado de manos, distancia social y uso de mascarillas), la realización de test de detección masivos del Covid-19 es una de las principales armas para combatir el virus, ya que permite saber quiénes están contagiados y aislarlos para evitar la propagación del patógeno.
Existen varios tipos de pruebas que pueden hacerse y no todas con el mismo nivel de fiabilidad. ¿Quieres conocer en qué se diferencian? Te lo contamos a continuación.
Existen tres tipos de test para detectar si una persona está o ha estado infectada por Covid-19: la PCR, que detecta y cuantifica el virus, se considera la más fiable; los test serológicos, tanto de antígenos como de anticuerpos; y los test inmunológicos, conocidos como test rápidos. Los test serológicos e inmunológicos demuestran la respuesta inmunológica frente al patógeno, aunque en estadios diferentes del contagio, por eso, según en qué fase se encuentre el paciente, se recomienda uno u otro. La fiabilidad de estas pruebas está muy cuestionada en todo el mundo debido al alto número de falsos positivos.
La PCR, siglas en inglés de 'Reacción en Cadena de la Polimerasa', es una prueba de diagnóstico que permite detectar un fragmento del material genético de un patógeno, es decir, la presencia del virus en el organismo. Se trata de la prueba más eficaz (por encima del 90% de fiabilidad) y, por tanto, la recomendada por la Organización Mundial de la Salud para la detección del virus, sin embargo presenta un grado de dificultad, ya que únicamente se puede realizar en un laboratorio y su resultado tarda entre 3 y 6 horas en conocerse. Las PCR son fundamentales para poder establecer una distinción básica entre el enfermo activo y el que no lo está, incluso si éste es asintomático.
El alto coste de esta prueba así como el elevado tiempo que se necesita para conocer su resultado, motivó la realización de los conocidos como test rápidos, más baratos y ágiles (sólo se necesita 15 minutos y no se precisa personal especializado), pero menos fiables, por lo que la OMS desaconseja su uso. Otra diferencia esencial con la PCR es que estos test no identifican el ARN del virus, sino que, o bien detectan anticuerpos producidos frente al virus utilizando una muestra de sangre, o bien proteínas del virus presentes en las muestras respiratorias obtenidas por un exudado nasofaríngeo. Es decir, lo que revelan estos test es la respuesta inmune de un individuo.
Existen dos clases de test rápidos. Por un lado, los antigénicos se hacen a partir de una muestra respiratoria del fondo de la nariz o la boca, obtenida con un bastoncillo, y sirven para detectar las proteínas (antígenos) producidas por el sistema inmunológico para atacar a los virus y a las bacterias. Esta prueba se recomienda cuando se está en la fase inicial de la enfermedad. La ventaja es que se puede realizar en casa, sin la presencia de ningún especialista y el resultado lo obtenemos en 15 minutos.
Por otro lado, existen los test serológicos o de anticuerpos, donde se toma una muestra de sangre para detectar los anticuerpos que producen las defensas del organismo días después de ser infectado por el virus. El mayor inconveniente radica en que no detecta el virus en los primeros siete días de la infección ni tampoco si eres asintomático. Estas pruebas detectan dos anticuerpos (IgM, el primero que genera el cuerpo para combatir una infección, y también IgG, el más abundante y más tardío).
Sea como fuere, la respuesta a este virus, tal y como ha defendido la OMS desde los comienzos debe ser “test, test, test”.
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