Las fake news, la otra gran pandemia
Sin ser tan letales como la propia enfermedad, las fake news se han convertido en la otra gran pandemia que se extiende por todo el mundo con una alta velocidad de contagio y, lo más sorprendente, con un altísimo nivel de credibilidad.
Las fake news o bulos son el otro gran virus que ha azotado al planeta desde que se declaró la pandemia de Covid-19. Supuestos remedios que alivian las secuelas del virus, presuntos expertos que ofrecen peregrinos consejos para disminuir los contagios, teorías de la conspiración para buscar culpables… Con medio mundo encerrado en sus casas, las redes sociales se han convertido en el caldo de cultivo perfecto para desarrollar el alarmismo en una sociedad azotada por el miedo, la incertidumbre y el desconcierto. Las ganas de entender un poco mejor el problema al que nos enfrentamos y de tener mecanismos de protección ha posibilitado que esos bulos se hayan ido extendiendo con la misma rapidez que los contagios. Algo que ha puesto en claro riesgo la seguridad y la salud de todos.
A este déficit en la calidad informativa se le conoce como “infodemia”, una nueva expresión surgida al hilo de los bulos generados durante la pandemia. Distintos sitios de la web (como Maldita, Saludsinbulos o Newtral) permiten consultar centenares de noticias falsas que se han ido difundiendo en redes sociales o WhatsApp, así como los argumentos y evidencias que desmienten muchos de ellos.
El riesgo incontrolado de estas noticias falsas ha obligado a organismos internacionales a actuar también contra el virus de la desinformación. De este modo, la Organización Mundial de la Salud ha habilitado una site en el que desmiente todos los mitos que circulan por las redes sociales, mientras que varios Gobiernos nacionales han puesto en marcha campañas que comparten información siempre de fuentes fiables, que pone el foco en hacer caso, exclusivamente, de fuentes oficiales como organismos públicos, sociedades científicas, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y medios de comunicación –aunque, a éstos últimos se las hayan colado en alguna ocasión.
No se trata tanto de simples mentiras sino de los intereses que se esconden detrás de ellas: provocar el desconcierto, generar crispación, alterar el comportamiento ciudadano, desviar la atención, estafas económicas, robo de datos personales… Por eso, todos debemos poner a prueba la responsabilidad que tenemos como ciudadanos al informarnos y a la hora de compartir estas informaciones con los demás.
Desde la Fundación para el Desarrollo de la Vanguardia Sanitaria hacemos un llamamiento a la responsabilidad de todos los ciudadanos para no contribuir a la expansión de noticias falsas y proteger la salud de todos haciendo caso, únicamente, de informaciones verificadas y compartidas en fuentes oficiales.
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